20 de mayo de 2010

SILENCIO


La habitación no estaba iluminada pero ella podía ver con claridad. Estaba de pie, junto a él. Aquel cuerpo grande y fuerte. Aquel joven guapo y atractivo, hermoso, lleno de vida.
Podía oír su respiración, pesada, agitada. Podía oír su corazón, acelerado como un tambor. Podía oír cómo se movía, cómo intentaba gritar, pedir ayuda, cómo intentaba liberarse, cómo intentaba escapar… Pero no podía. Ella lo sabía bien. Él no podía escapar.
Ella estaba allí, junto a él, de pie, observando. Ella sabía que él pensaba que estaba solo, que no había nadie que pudiera ayudarlo. Pero ella estaba allí, observándolo.
Él dejó de moverse, de pelear, de gruñir… Y ella continuó allí, observándolo durante un tiempo. Entonces, ella, se dio cuenta. Estaba agotado, rendido. Se había quedado dormido.
Ella se acercó. Se puso frente a él. Lo miró con dulzura, acarició su pecho desnudo, retiró la venda de su boca, lo besó. Acercó sus labios a su iodo y susurró… Despierta…

No hay comentarios:

Publicar un comentario