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20 de mayo de 2010

DESPERTAR II

Esa voz… Despierta, despierta, despierta…

Sintió una caricia. Suave, cariñosa. Un susurro cerca del oído "Despierta". Ladeó la cara hacia la voz femenina. Un sueño. He tenido un sueño horrible, pensó. A salvo. Ya todo ha pasado.

Una caricia, un beso, un susurro... "Despierta".

Intentó abrir los ojos, pero no pudo… No. Intentó tocarse la cara, pero tampoco pudo… No. Y entonces se dio cuenta. Seguía en aquel lugar, aquel lugar oscuro y silencioso. Gritó desesperado. Noooo… Rabia, Decepción. Y entonces se dio cuenta, podía hablar… "Suéltame, suéltameee…"

Una risa, una caricia, un beso, un susurro… "Tranquilo, tranquilo… Todo está bien. No tengas miedo. Pronto acabará todo".

Una sonrisa, una caricia, un beso, un susurro… "Muy pronto, mi pequeño. Muy pronto…"

Una caricia, un beso, un dolor agudo, punzante. Un grito desesperado, placer. Placer ilimitado.

Lloró. Lloró en silencio mientras sentía su sangre salir de él. Lloró mientras sentía esa mezcla de dolor y placer. Lloró. Lloró y se dio cuenta de que nadie lo encontraría jamás en aquel lugar oscuro y silencioso.

SILENCIO


La habitación no estaba iluminada pero ella podía ver con claridad. Estaba de pie, junto a él. Aquel cuerpo grande y fuerte. Aquel joven guapo y atractivo, hermoso, lleno de vida.
Podía oír su respiración, pesada, agitada. Podía oír su corazón, acelerado como un tambor. Podía oír cómo se movía, cómo intentaba gritar, pedir ayuda, cómo intentaba liberarse, cómo intentaba escapar… Pero no podía. Ella lo sabía bien. Él no podía escapar.
Ella estaba allí, junto a él, de pie, observando. Ella sabía que él pensaba que estaba solo, que no había nadie que pudiera ayudarlo. Pero ella estaba allí, observándolo.
Él dejó de moverse, de pelear, de gruñir… Y ella continuó allí, observándolo durante un tiempo. Entonces, ella, se dio cuenta. Estaba agotado, rendido. Se había quedado dormido.
Ella se acercó. Se puso frente a él. Lo miró con dulzura, acarició su pecho desnudo, retiró la venda de su boca, lo besó. Acercó sus labios a su iodo y susurró… Despierta…

DESPERTAR I


En cuanto despertó se dio cuenta de que algo no andaba bien. Le costaba respirar, le dolía el pecho cada vez que cogía aire. Intentó pedir ayuda pero nada salía de su boca.
Intentó abrir los ojos pero algo los aprisionaba. Intentó tocarse la cara, palpar qué era lo que le impedía ver, y entonces se dio cuenta. Estaba atado. Su cuerpo pendía de unas cadenas que lo sujetaban por las manos; todo su peso sujetado por las muñecas. Por eso le costaba respirar.
Movió los pies. Los tenía también atados pero, al menos, tenía algo de movilidad. Estaban sujetos por los tobillos, las cadenas tensaban hasta el suelo. Podía ladear levemente los pies hacia los lados aunque seguía sin conseguir gran posibilidad de movimiento.
Pensó en su situación. Atado de pies y manos, vendado ojos y boca. Silencio. No pudo escuchar nada más. Jamás había escuchado tal cantidad de silencio. Su corazón acelerado, su cansada respiración. Eso era lo único que podía oír.
Se sintió agotado. No podía hacer más que esperar. Esperar en la oscuridad y en el silencio. Tal vez sólo fuera una broma pesada. Tal vez sólo querían darle una lección. Tal vez… Tal vez alguien lo encontrara, allá donde estuviera, en aquel lugar oscuro y silencioso.