18 de febrero de 2013

Una Enfermedad no nos separará 11ª Parte






- Espero que te guste el helado de limón Rikimaru – mirando al chico con una sonrisa al ver que estaba sonrojado suponiendo que era por la calor.

- S...Sí, me encanta el helado de limón – intentando controlar su respiración y su pulso, al pensar que la madre de Dan estaba tan cerca de poder notar su tienda de acampada bajo los pantalones.

Al dejar la bandeja en medio de ellos dos y volver a ponerse de pie, los ojos de Chika captaron una marca desagradable en el estomago de Rikimaru, y otra en la muñeca con la que cogía la copa del helado. Aunque eso le preocupaba, no por pensar mal de Rikimaru ni nada parecido, sino más bien porque le preocupaba el bien estar de ese buen niño, decidió callar ya que sabía muy bien que podría incomodar el ambiente y ahora no era esa su intención, ya que al ver la cara de su hijo pudo recordar que hacía tiempo que no le veía tan feliz.

- Que os aproveche, luego en acabar dejadme la bandeja en la cocina y no os olvidéis de hacer la tarea, vale Dan – le dijo con una sonrisa.

- Esta bien mama, gracias por las galletas – respondiendo su madre con otra sonrisa, su madre tenía una sonrisa preciosa, apenas ya se acordaba de ella, hacía tiempo que su madre no se la notaba tan alegre y eso le lleno mucho por dentro al rubio.

Al cabo de una hora de darse de comer el uno al otro el postre y reír como nunca antes lo habían hecho, llevaron la bandeja a la cocina y se fueron a la habitación dispuestos a hacer la tarea. Al entrar, el castaño fijo su mirada en algo que había pasado desapercibido anteriormente, eran unos cuadros colgados en la pared de la parte derecha de la habitación que les daban la espalda justo al entrar por culpa de la puerta.

- Me gusta éste, es muy bonito y tierno – girándose hacia el escritorio en el que estaba su compañero al soltar una risa de burla, mientras empezaba a sacar el material del instituto de su mochila – ¿quién es el pintor? - ignorando esa risa de su compañero.

- Creo que un idiota que no sabía que hacer en su infancia y se dedicó a dibujar, influenciado por sus sentimientos – riendo a la cara de pasmado que le estaba poniendo su amigo.

- Será broma, ¿no? - inseguro de haber pillado una indirecta de su compañero con esa frase.

Aún con la risa en la cara, Dan se acerco a la pared y descolgó el cuadro, quitando el marco al dibujo de una madre besando la frente de su bebe, que tanto le gustaba a su amigo.

- Toma, compruébalo por ti mismo, gira el dibujo – dándole el dibujo a las manos y observando la cara de duda de su compañero.

- No puede ser – dijo incrédulo al ver el nombre de su novio detrás de aquel dibujo pintado a pincel - ¿sabes dibujar?, la verdad eres muy bueno, no lo sabía.

- Hay muchas cosas que aún te faltan por descubrir conmigo – riendo al ver la cara de enfado por hacerlo sonrojar, sin haber tenido ninguna intención en que se mal pensara.

- Podrías dedicarte a esto, tienes mucho talento – sentándose en la cama con las pies cruzados encima de ella.

- No gracias – volviendo a poner el dibujo en su marco y devolviéndolo en su sitio correspondiente para luego sentarse al lado de su guapo amigo – es algo que me gusta hacer como hobby, no me gustaría que tener que hacerlo por obligación y llegar a aburrirme de ello.

- Suponía que dirías algo así, es una pena, me gusta mucho como dibujas – le dijo sincero y con una sonrisa de felicidad ya que era lo que sentía solo con mirarlo.

- Bueno, puede que algún día haga un dibujo de ti – acercándose a cuatro patas a su cara y lamiendo su mejilla muy perversamente.

- ¡ Basta ya !, no seas un salido – sonrojándose y dándose cuenta por la sonrisa de su compañero que había reaccionado tal y como esperaba el otro.

-Bueno, hagamos la tarea – lanzándose a la boca de su chico con un beso muy romántico y caluroso, que cogió de imprevisto al pelirrubio – o tus padres nos regañaran.

- Lo que tu digas profesor – sonriendo mientras observaba como su chico le daba la espalda, preparando la tarea encima de la mesa, en su interior ya no podía residir más alegría y entusiasmo hacia ese chico.

Las horas fueron pasando y Rikimaru al haber acabado en apenas dos horas, aprovechó en ayudar a su novio que estaba en apuros con historia, ya que la semana siguiente tendrían el mismo examen y sin saber el día, que era lo más preocupante para Rikimaru, ya que no sabía el tiempo del que disponía para enseñar a su pareja.

De pronto, el ruido del teléfono electrónico altero a Rikimaru al cogerlo por sorpresa.
<< Dan, empezad a ducharos y cuando acabéis, venid al comedor que la cena estará lista dentro de un rato >> - le dijo Chika a su hijo, mientras éste se levantaba del escritorio y cogía el teléfono.

-
<< Muy bien madre, ahora nos duchamos >> - contestando a su madre, mientras miraba a Rikimaru con una sonrisa.

Al colgar seguidamente fue al armario y cogió una toalla que lanzó a su compañero.

- Ve a ducharte Rikimaru, mientras yo acabaré de hacer el último esquema del temario – mirando raramente el nerviosismo que desprendía su compañero – ¿que te pasa?; ¿estas muy sonrojado?

- No...no es nada, simplemente tengo calor – abandonando el lugar de al lado del escritorio y caminando a paso ligero y rápido hacia el baño.

Dan no había quedado satisfecho con esa respuesta pero tenía que estudiar historia, así que dejo de pensar en ello.

- ( Estoy temblando de los nervios ) - mirándose de repente las manos como tenían un pequeño temblor - ( espero que no entre en el baño y me vea desnudo ) - sonrojándose simplemente por el hecho de que su amigo lo viera como dios lo trajo al mundo, sería bochornoso, mejor era ni pensarlo.

La ducha fue la más rápida de su vida, tan rápida que en apenas cinco minutos se había duchado y ya estaba vestido con la ropa interior, ahora ya estaba más calmado y con el pulso volviendo a su normalidad.

- ¿Ya te has lavado?; ¡que rapidez! - dijo asombrado al ver que apenas había empezado el último esquema y su compañero ya había salido del baño con el pijama liso de color grisáceo.

- Bueno, tampoco exageres – era una respuesta estúpida, pero algo le tenia que decir para que no supiera el motivo de que se hubiera duchado tan rápido – déjame yo te acabo el esquema y tu ve a ducharte – como era un esquema para estudiar no tenía que entregarlo al profesor, por lo tanto se lo podía acabar él, y de esa forma se libraba de que le hiciera preguntas.

Al cabo de un tiempo, Dan llama a Rikimaru y éste detrás de la puerta escucha la petición de su amigo.

- Rikimaru se me olvido la toalla, puedes entrar con una.

- ¡¿Qué?! - dijo incrédulo, ¿tenia que entrar en el baño estando Dan desnudo?, no podía creérselo, tantos nervios para que el rubio no lo viera y con las prisas a hecho que su amigo se dejara la toalla, y ahora él tenia que entrar para darle una - ( eres un estúpido ) - pensó, sonrojándose al ver que vería a su compañero desnudo.

El pobre chico experto en historia, ahora se encontraba temblando detrás de un puerta de baño por miedo a ver a un chico desnudo y no poder entregarle una toalla.

- Aquí tienes Dan – abriendo la puerta apenas un centímetros para que entrara su mano.

- Estoy dentro de la bañera, no puedo salir o me voy a resfriar – le dijo, aguantando las risas comprendiendo el porque su amigo no quería entrar en el baño.

- Toma, cógela – abriendo la puerta rápidamente y lanzando la toalla en dirección a la bañera.

Dan había quedado sorprendido y muy satisfecho de ver hasta el punto en que tenía vergüenza su compañero. No había tocada la toalla con su manos y su novio ya había salido del aseo.

Al salir del baño, Rikimaru observó como había cogido la misma ropa de antes y no se había puesto el pijama, al no querer darle importancia no podía ni imaginarse lo que significaba. Seguidamente salieron de la habitación y se dirigieron a la sala de estar, dónde el ambiente era muy acogedor y agradable.

Los padres de Dan, Chika y Kisho los estaban esperando en la mesa, los dos chicos se sentaron uno al lado de otro, dándoles la cara.

- ¿Tienes hambre Rikimaru? - preguntó Chika, con una sonrisa.

- Sí, mucha la verdad – le dijo sonrojado, ya que aún le faltaba un poco más de tiempo para acostumbrarse a los padres de su novio secreto.

- ¿Entonces, a que esperamos todos?; a comer – dijo Kisho, invitando al resto a empezar a cenar.

La cena fue mucho más calmada en todos los sentidos que durante la comida al llegar del colegio. Al acabar, Chika se fue a coger el postre y su hijo aprovechó la ocasión para hablar a solas con ella en la cocina, sin pensar que dejaba a Rikimaru, asustado e inseguro con su padre.

- Mamá, quiero pedirte una cosa – le dijo en voz baja para que no lo pudieran escuchar de la sala de estar.

- ¿Qué es lo que quieres? - le preguntó con una sonrisa, mientras sacaba un bizcocho de chocolate del horno.

- Me preguntaba si sería posible, que nosotros pagásemos a Rikimaru el cursillo de artes marciales haya donde voy yo, por las molestias de que él me ayude con las clases de repaso – estaba algo nervioso ya que nunca había hecho ningún trato parecido con nadie ni por nadie.

- Es una buena idea, – le dijo sonriente - ¿sabes si Rikimaru quiere hacer artes marciales?.

- Lo más seguro es que quiera – le dijo sonriente - ( Así como es, donde vaya yo ira él ), pero me preocupa más Kisho.

- Ésta bien, no te preocupes por él, yo me ocupare del asunto, ahora creo que deberíamos ir a la sala de estar, tu amigo no debe estar muy a gusto todavía con Kisho – le dijo sonriente a su hijo.

- Sí, tienes razón – riendo a lo que había dicho su madre, sabiendo que era cierto.

Al llegar de nuevo a la mesa, Dan pudo comprobar que Rikimaru se encontraba algo nervioso al haber pasado tanto tiempo solo con Kisho. Al acabar de cenar, todos se sentaron en los sofás y miraron durante una media hora la televisión hasta que, el padre los envío a dormir.

Mientras iban dirección a la habitación, el pulso de Rikimaru se aceleraba de cada vez más y más, hasta que llego el punto en que estaba preocupado de que su amigo pudiera también escuchar su palpitante tambor que resonaba en su interior.

¿Por qué estaba tan nervioso?; si ni siquiera aún habían entrado en la habitación y Dan no había dicho nada en todo el camino, ¿ podría ser por ese mismo silencio de Dan, que estuviera tan nervioso?.

Al entrar en la habitación, Dan encendió la luz y se fue al baño para limpiarse los dientes, al salir fue el turno de Rikimaru, mientras se cepillaba los dientes sus orejas no podían de dejar de escuchar todos y cada uno de los ruidos que hacía Dan. En esos momentos todo era muy grande para Rikimaru, el ruido de los zapatos que se sacaba su compañero, la cremallera de los pantalones al bajar, todos esos ruidos eran demasiado para el corazón de Rikiamru, le iba a dar algo como no se calmara, al ver su estado patético en el cristal, se puso agua fría una par de veces en la cara y se la seco.

Al salir, lo que sus ojos buscaron primero de todo, fue la ropa de Dan, la cual estaba en la silla del escritorio colgada. A continuación hecho un vistazo a la cama y allí pudo encontrar a su querido amigo rubio esperando a que entrase en la cama, con los pectorales y abdominales al desnudo.

- ¿Qu...Qué haces desnudo? - le pregunto nervioso sin poder creer lo que estaba viendo - ¿ es que no te pones pijama para dormir? - los colores se le empezaron a subir en la cara, y Dan se dio cuenta de ello.

- No estoy desnudo, estoy en ropa interior para ser más exactos y siempre he dormido así – le dijo sonriendo al ver las mejillas sonrojadas del castaño – venga, entra en la cama que no voy hacerte nada.

El castaño estaba muy excitado y nervioso, su estomago estaba hecho un nudo y no era capaz de poder articular palabra, así que con toda la rapidez que le dio su cuerpo se metió en la cama y se cubrió con las sabanas hasta la cabeza. Ya estaba dentro, ya había pasado por lo peor o así sería mientras no lo mirase a la cara, aunque tampoco tendría que hacerlo si la luz se apagaba lo más rápido que fuera posible. Quería desparecer, tenía miedo de lo que pudiera pasar pero tenía que ser sincero consigo mismo, quería que algo pasara esa noche entre ellos, pero al ser inexperto en esas cosas no podía dejar de pensar en lo vergonzoso que resultaría para él toda esta situación.

- Bueno voy a cerrar la luz – le dijo sonriente al ver lo nervioso y acobardado que estaba en comparación a antes en la piscina.

No hubo respuesta del castaño por las palabras de su amigo, pero dentro de él sintió un gran alivio al ser rodeado por la oscuridad y ser invisible a los ojos de su compañero. Lo que no sabía es que Dan esperaba el momento de empezar, para que sus ojos se acostumbraran a la oscuridad y pudiera distinguir a su querido amigo. En el momento en que ya pudo distinguir a Rikimaru de las sabanas, empezó el juego.

Enseguida Rikimaru empezó a notar la respiración de su compañero al lado de su oreja, era excitante aquel ruido entre la oscuridad de la noche, seguidamente pudo notar las manos de su compañero entrando dentro del pijama y acariciado su barriga, subiendo cada vez más hasta los puntiagudos pezones que se le habían puesto al castaño.

- Dan, me has dicho que no me harías nada – sus palabras eran bajas pero su respiración y excitación era enorme.

- Te mentí – le contestó simplemente el rubio, agarrándolo por la barbilla y girando la cabeza de su chico para besarle apasionadamente e introduciendo su lengua sin permiso y jugueteando con la de Rikimaru.

Aquellas caricias, aquellos besos y aquella lengua era un gran afrodisíaco para el castaño, estaba a punto de perder el control de sus acciones y de ello se dio cuenta Dan, cuando los brazos del castaño lo atraparon por la espalda, tocando cada uno de su músculos con fuerza, acariciando bruscamente las costillas del rubio, besando su cuello como si fuera el objeto más preciado y tuviera que cuidarlo con sus mimos.

Rikimaru pudo notar de repente como sus piernas habían vuelto a quedar atrapadas entre las del rubio y las tenía completamente inmovilizadas, aunque tenía gran parte del tiempo los ojos cerrados por su nerviosismo, sus orejas pudieron captar un ruido metálico que debía provenir de su compañero.

- ¿Qué haces? - le pregunto al rubio, intentando ver en la oscuridad algo que pudiera darle alguna pista.

- No es nada, relájate – le dijo, mientras con sus manos le quitaba el jersey del pijama y jugaba con sus pezones con la boca.

Rikimaru no podía evitar estar de cada vez más excitado al comprobar con sus pies, que Dan estaba posiblemente encima suya rodeándolo con las rodillas, sin pantalones y con un bulto que podía notar con el suyo propio, solo de imaginar que era lo que estaba rozando con su pantalón del pijama, aquello hacía que su tienda de acampada fuera más visible o dadas las circunstancias más fácil de detectar entre la oscuridad.

En cuanto el rubio puedo tener las dos manos de su chico acorraladas encima de su propia cabeza, el castaño noto como un frío metal, rodeaba sus muñecas sin poder permitirle separarlas.

- ¿Me has atado?; ¿qué has hecho? - le preguntó nervioso y esforzándose más para poder observar encima de su cabeza lo que era que le impedía tener más movilidad.

- No es nada, sólo te he atado para que no puedas descontrolarte a tus anchas – al escuchar el metal de las esposas un par de veces, aunque no podía verlo con toda claridad, sabía que su compañero intentaba deshacerse – no podrás romper las esposas, son de metal y sólo yo tengo la llave – seguidamente lo volvió a besar en los labios, mientras con una mano se introducía en el pantalón, atravesando seguidamente la ropa interior y llegar al órgano que hizo soltar un melodioso ruido a su compañero, dando a entender por el tacto húmedo del pene de Rikimaru y su orgasmo que estaba preparado para llegar al clímax con unos juegos más serios.



Continuara...

No hay comentarios:

Publicar un comentario