20 de mayo de 2013

Una Enfermedad no nos separará 12ª Parte




- Tranquilo, te desataré muy pronto...aunque antes, quiero escuchar cómo gimes – le dijo mientras él con una mano se masturbaba y con la otra le había bajado completamente los pantalones y su ropa interior.

- Me da vergüenza, no puedo hacerlo – suplicó y avergonzado de que aquel chico tan guapo le tocara esas partes tan íntimas – ahhhh...Dan...no, mmmm...por favor, no me toques aquí.

- Quiero que sólo seas para mi – le susurró en la oreja, lo que hizo callar al castaño – déjate llevar, disfruta del tacto y los juegos de mis manos y mi cuerpo, son todo tuyos, no debes sentir vergüenza – dándole un corto beso en los labios – es más que un placer poder hacer ésto contigo, te quiero – mientras podía notar como su empollón se había relajado y entre la oscuridad pudo distinguir su rostro relajado y excitado.

- Yo también te quiero – le dijo suavemente y con la respiración acelerada – yo quiero tocarte igual que tu lo haces, déjame tocarte – le suplicó excitado.

- Lo harás más pronto de lo que te imaginas, pero esta noche es sólo para ti – sonrió aunque sin saber que Rikimaru pudiera verlo o no.

Seguidamente, mientras seguía con una mano su masturbación, con la otra agarró el pene de su chico y lo empezó a lamer suavemente, mientras Rikimaru se agarraba a las cadenas de sus esposas, gimiendo por lo más bajo para que los padres de Dan no escucharan nada y poniendo más cachondo a su amigo con esos ruidos. El miembro del esposado estaba completamente en la boca de el pelirrubio, mientras éste se ponía de cada vez más fogoso, tenía ganas de penetrarlo pero esa noche no quería quitarle su virginidad trasera ni tampoco la delantera, había mucho tiempo para ello y cuando lo hiciera, quería disfrutar cada minuto del momento. De pronto y sin darse cuenta Rikimaru soltó una gemido ahogado al intentar no gritar del placer que advirtió a Dan de que estaba a punto de hacer erección, lo que aquello hizo llegar al clímax inesperadamente al rubio.

Al abrir la luz se encontró a un Rikimaru cegado por unos instantes, sonrojado y algo acalorado miró a su compañero que estaba frente a él con el rostro cubierto de lo que era su semen, mientras que la erección de Dan había manchado el estómago del castaño.

- Eres genial, ¿lo sabías? - le dijo con una sonrisa y un beso en la mejillas, sorprendiendo al sometido por aquellas palabras.

- Yo...yo no he hecho nada, me has...atado a la cama – le dijo rompiendo el contacto visual al ver que su chico le volvía a subir los pantalones.

- ¿Que no has hecho nada?...eres tan sexy atado y sumiso, que has hecho que me corra antes de lo esperado – poniéndose encima de él, rodeando sus costillas con sus cuádriceps – te quiero Rikimaru – besándolo con una sonrisa pícara y llena de satisfacción - ¿quieres que te desate? - le preguntó con una sonrisa.

Rikimaru estaba muy feliz, aunque muy nervioso y con muchas dudas en su cabeza, ¿en verdad le había gustado tanto a su compañero?, sin duda lo que había sentido esa noche no se podía explicar con palabras, lo único de lo que estaba seguro es que tenía ganas de más aunque la vergüenza era superior a él.

- Claro que quiero que me desates – le dijo con tono de que era obvia la respuesta – tendré que limpiar el pijama está hecho un desastre, - al ver que sus pantalones habían recibido parte de esa erección que sólo de pensar en ella, Rikimaru se ponía cachondo – y los dos deberíamos asearnos - le dijo sonrojado al ver su propia erección aún en la cara de su compañero.

- Tienes razón – le dijo con una sonrisa pícara y limpiándose con la mano el rostro – has descargado mucho, hacía tiempo que no te masturbabas, ¿a qué si? - le dijo con una sonrisa y acercándose a unos centímetros del rostro de su novio.

- Eso no te importa – le dijo nervioso y sonrojado al instinto de su pareja con acertar en todo lo que intentaba ocultar – ¿me vas a quitar las esposas o no? - le dijo avergonzado al ver en la situación en que se encontraba, atado, manchado por ese lubricante de su compañero y con él encima.

- La verdad es que no – le dijo con tono tranquilo y bajando de la cama – me gusta verte de manera tan sumisa.

- ¡Pero me tengo que limpiar! – le exigió él.

- Puedo limpiarte yo – le contestó sonriendo y dirigiéndose al baño , dejando atrás a su chico esposado en la cama y suplicando para que lo desatara – me limpio y te las quito – le dijo, cerrando a continuación la puerta del baño.

Al cabo de unos segundos el corazón se le empezó a acelerar al no poder parar de sentirse solo en la habitación, atado en la cama y con la vista en el pomo de la puerta, al pensar que pasaría si sus padres entrasen en la habitación en ese momento, sin duda desearía que le diera un ataque cardíaco o la tierra se lo tragase del trauma que crearía a los padres de Dan y los problemas que eso crearía sin ninguna duda.

- (Vamos no pienses así, no seas gafe), Dan date prisa por favor – le suplicó cada vez más nervioso por el tiempo que pasaba, los minutos se le hacían eternos y no podía soltarse siquiera un poco.

- ¿Qué es lo que pasa? - le pregunto al salir del baño y ver su cara algo enojada.

- ¿Qué pasa?, ¿tú qué crees?, me habías dejado atado en la cama – le dijo, enfadado pero sonrojándose a las caricias en su rostro y en el beso con lengua que le dio por sorpresa al levantarse.

- No te enfades – le dijo, abrazando por la espalda el cuello de Rikimaru – la puerta está cerrada, no puede entrar nadie, tonto – finalizando la conversación con un beso en la mejilla por parte del pelirrubio.

Al cabo de un largo tiempo de reflexión sobre lo que había pasado con Dan en la cama y sin acabar de creer de que ahora fuera real la relación que mantenían entre ellos, salió del baño enormemente feliz como si no le hiciera falta nada más en esta vida que poder observar la cara angelical de aquel rubio esperando en la misma cama para ir a dormir. De pronto al acercarse a la cama y ver la sonrisa de Dan, se lanza encima de él sorprendiéndolo.

- Te quiero – le dijo, encima de él y abrazado por el cuello mirándose ambos directamente a los ojos – te quiero, te quiero y mil veces te quiero – finalizando ese sentimiento de emoción que se le había subido tan repentinamente.

- ¿A qué viene eso? - le dijo contento – ahora parecías una chica loca, babeando por su cantante famoso al darle un autógrafo – riendo de sus propias palabras.

- Entonces otro día mejor no te digo nada – volviendo a su parte de la cama.

- Era broma – dándole un beso en la mejilla al estar de espaldas a él en ese momento – buenas noches guapo.

- Buenas noches – le dijo contento, al resultarle imposible enfadarse con Dan y echando una mirada antes de que se apagaran las luces, las marcas que le habían dejado las esposas alrededor de las muñecas.

Al día siguiente el interfono de la habitación, despertó a Dan en cambió no a Rikimaru que estaba abrazado a su compañero y babeando encima de su pecho. Era la madre que les avisaba de que ellos se iban y que les había dejado el desayuno encima de la mesa del comedor.

- Es que es una monada – se dijo en voz alta a si mismo y con una sonrisa al ver el rostro tranquilo y relajado dentro de las sabanas con el pijama que le había dejado al haber ensuciado el suyo la noche anterior – Rikimaru, despierta – le dijo suavemente y acariciando su pelo oscuro – Rikimaru, ya es hora de ir a desayunar – éste con una mueca de sueño y un bostezo abrió los ojos – ya era hora de que despertases, ¿has dormido bien? - Rikimaru al darse cuenta de que estaba encima del pecho de su chico y había babeado encima de él, se sonrojo y le secó las gotas de saliva con una de las sabanas.

- Perdona – le dijo sonrojado – no creo que haga falta que diga que si he dormido bien – riéndose de sus propias palabras siguiéndole su compañero.

- Esta mañana creo que a sido la mejor de mi vida Rikiamru – mirándole a los ojos y acercándose a su rostro – soy el más feliz del mundo por despertar en la misma cama contigo – le dijo suavemente y con dulzura, haciendo sonrojar a su compañero con el beso de buenos días con lengua incluida, mientras Rikimaru se abrazaba a su cuello con pasión dentro de la cama.

- <<Dan, ¿estás ahí?, ¿me has oído?>> - dijo de repente la madre por el interfono para comprobar si se habían despertado.

Los dos se levantaron de la cama y Dan al haber dormido sólo con la ropa interior se puso unos vaqueros del armario, dejando su pecho al descubierto al que Rikimaru miró de reojo y quedó embobado unos instantes por la forma física de su chico, mientras el pelirrubio cogía el interfono.

- <<Ya estamos despiertos madre, ahora vamos al comedor, que te vaya bien en el trabajo>> - haciendo recordar a Rikimaru que la relación de su chico con el marido de su propia madre aún no era tan buena como para darle unos buenos días.

- <<Esta bien, que os vaya bien en el colegio a los dos>> - le dijo su madre, dando por finalizada la conversación.

- Bueno, mejor sera que vayamos a desayunar – le dijo con una sonrisa y abriendo la puerta de la habitación – o me vas a comer con tu mirada – le dijo con voz pícara haciéndole entender que lo había visto.

- No te miraba a ti, engreído – le sonrió.

Al llegar al comedor comprobaron que ya no había rastro ninguno de Chika y Kisho, el desayuno empezó con un gran silencio hasta que Dan decidió que ese ambiente era algo penoso y debía hacer algo.

- ¿Te gustó lo de a noche? - lo que hizo que Rikimaru se sorprendiera con esa pregunta y se atragantara con la bebida, lo que produjo unas risas a su compañero – tampoco es para tanto la pregunta, como para ahogarte.

- ¿Por qué me preguntas estas cosas? - le dijo avergonzado y sonrojado.

- Para saber si soy lo suficiente bueno en la cama para ti – le dijo con una sonrisa y mordiendo una tostada de manera provocativa que hizo recorrer un escalofrío por el cuerpo de Rikimaru, y que lo estaba empezando a poner cachondo por las indirectas que le lanzaba.

- ¿Sabes qué eres un pervertido? – le preguntó al ver como se comía la tostada – y si me gustó aunque hubiera querido tocarte – le dijo intentando disimular su nerviosismo, como si contestar aquellas preguntas para él fuera de lo más natural, aunque su corazón acelerado dijera lo contrario.

- Vaya que patoso soy – dijo de repente, resbalándose la tostada de su mano y cayendo encima de su pantalón – tendré que irme a cambiar, estaré en la habitación por si quieres vestirte también – saliendo del comedor y mirándolo de reojo con una sonrisa.

En el momento en que salió del comedor, unas ganas enormes de ir detrás de él crecían por momentos, había entendido perfectamente la indirecta y le quería seguir el juego, pero los nervios se lo comían por dentro ya que si lo hacía volvería a encontrarse en la misma situación de sumiso que la noche anterior, no significaba que no le gustara ser así, pero estar bajo el control de Dan lo hacía sentir algo afeminado y no quería que lo viera como a una chica sino, como a otro chico igual que él. Ni siquiera ya se acordaba a que venía esa paranoia que se había montado en la cabeza, algo tenía claro, le quería seguir el juego y lo iba a hacer.

No sabía como sorprender a su chico así que decidió jugar con Dan y la comida al llegar a la habitación, cogió de la mesa unas cuantas uvas, la botella de sirope de chocolate y la ultima tostada que había en el plato de Dan.

Al salir se encontró por sorpresa a Rikimaru apoyado en la pared, ¿qué hacia allí?, ¿no había ido a la habitación?, sin duda no pudo evitar sonrojarse ya que aún no tenía planeado como jugar con él y ya estaba delante de su chico que tenía una sonrisa de oreja a oreja.

- Para que has cogido todas estas cosas – le dijo al ver a su chico cargado de comida, imaginando que era lo que se proponía – además esta tostada es mía – le dijo, mientras agachaba su cabeza hacia la mano de Rikimaru y daba un bocado a la tostada.

- Yo...bueno...- sin duda en esos momentos no podía tragarse ni la saliva – sólo quería comer en la habitación.

- ¿Ah si?, bueno no es mala idea – le dijo con una sonrisa y cogiendo la botella de sirope de las manos del castaño – se acercó a su rostro y le dio un beso con lengua, haciéndolo sonrojar al instante y poniéndolo cachondo – ¿me quieres dar de comer? - le dijo sin poder evitar echar alguna risa.

- ¿A ti? - le preguntó en tono de sorpresa – depende de lo bien que te portes conmigo, ¿me dejaras ser el activo por una vez? - le dijo con una sonrisa.

- Claro, pero no hasta que hayas hecho de pasivo como toca, lo de ayer no fue nada – le dijo entre besos mientras se acercaban a la habitación lujuriosos, sin perder contacto visual entre ellos – aunque lo de hoy va a ser diferente.

Entraron en la habitación y Dan acorraló a su amigo a la cama, haciéndolo sentar y luego con una mano en el pecho lo empujó suavemente en al colchón, mientras lo miraba con ojos deseosos de acariciar aquella cara y se mordía el labio inferior con fogosidad.

- Será mejor que me quite el pijama o también ensuciaremos el tuyo como a pasado con el mio – le dijo preocupado, al pensar que la madre de Dan pudiera sospechar mientras ellos mantenían una relación a sus espaldas.

- Como quieras, pero yo te lo quito – mientras comía una uva y le daba media a la boca de su novio, le desató los botones del pijama y Rikimaru sin levantarse se deshizo de la parte de arriba, mientras el rubio desataba el nudo de los pantalones de su propio pijama, haciéndole poner cachondo con sólo eso, finalmente dio un estirón y acabó dejando al castaño desnudo y con la ropa interior.

Seguidamente Dan, bajo de la cama y se quitó los vaqueros que se había puesto temporalmente para desayunar y al volver a estar con la ropa interior, rodeó las costillas de su compañero con sus piernas. Rikimaru intentó subir la cabeza para besarle y fue correspondido, mientras Dan no paraba de jugar con su lengua y viceversa, empezaron a acariciarse mientras se comían las uvas, siguiendo en la misma postura todo el rato sin moverse.

- Yo la quiero – le dijo el castaño a su amigo, al ver que le enseñaba la última uva.

- Si la quieres, tendrás que cogerla – poniéndosela en la boca y acercándose al rostro de su compañero, y con la lengua después de juguetear unos segundos, la uva cambió de boca con la ayuda de la lengua, – ahora toca el postre – le dijo con una sonrisa.

- Tenemos que ir con cuidado a no manchar la cama – le dijo con tono algo preocupado – tu tranquilo, sólo relájate – mientras abría la botella de sirope de chocolate – luego tendremos que ducharnos – le dijo con una sonrisa – pero esta vez juntos.

- No tenemos que llegar tarde a la escuela o tus padres se enfadarán – le dijo, sin poder evitar preocuparse por todo al no acostumbrarse a hacer esas cosas a escondidas de los padres de su chico, y sólo con pensar en Kisho un frió recorría su espalda.

- No llegaremos tarde, aun nos queda una hora y a pie sólo tardaremos unos 15 minutos y si nos damos prisa 10 – mientras vertía chocolate en los pezones de su compañero y luego se los lamía y se los succionaba dando un placer suave a su compañero, – abre la boca – le ordenó el pelirrubio mientras volvía a llenar la boca de su compañero de chocolate y luego le besaba comiendo los dos de aquel liquido dulce y que les ponía el pelo de punta, mientras algo del chocolate recorría por la barbilla de ambos llegando hasta el cuello.

Dan se sentó más atrás en la piernas de Rikimaru para que pudiera ayudarlo a levantarse y tener el pecho de cada uno más cerca del otro, al ver ambos los labios marrones del otro se echaron a reír, y el sumiso por segunda vez, sonrojado y con mirada tierna le lamió los labios para limpiarlos haciendo que su novio luego lo imitara haciendo lo mismo.

- Ahora me toca a mi – le dijo con una sonrisa y agarrando el bote de sirope de la cama y derramando el chocolate por el hombro de su chico, cayéndole por todo el pecho y estómago.

- Somos unos guarros – le comentó con una sonrisa mientras su amigo lamía lentamente y disfrutando del momento, sin poder evitar que sus partes se pusieran tan tensas que ni su ropa interior podía evitar que Dan lo notara, aunque él también estuviera igual de excitado.

Al acabar de lamer todo el chocolate del cuerpo de su amigo, los dos entre risas decidieron que era hora del baño, Dan pasó primero y Rikimaru cogió uno de los preservativos que había comprado hace meses y nunca había utilizado, entró algo nervioso al ver a su chico esperándole y con lo único que les cubría a ambos de estar desnudos, sus calzoncillos, aunque se viera a simple vista lo que se escondía debajo al estar ambos en aquel estado.


Continuara...

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